HISTORIA REALISTA
Llevaban horas discutiendo en la cocina. Ambas criadas, madre e hija, tenían el día libre y charlaban en las sillas de madera en aquella lujosa sala donde cocinaban las criadas de turno. Aquella familia burguesa debía de tener más de cinco criadas, las cuales se intercambiaban las labores según les convenía. Reinaba el ajetreo y las palabras que intercambiaban las criadas se veían interrumpidas por el ruido de los cacharros de plata al chocar entre ellos y el chisporroteo de la sartén friendo la comida de hoy. A pesar de eso, nuestras protagonistas estaban sentadas en una mesa de mármol situada en la esquina de aquel amplio lugar, donde podían conversar con algo más de tranquilidad. - Pues a mí me parece que no hay necesidad de cambiar, hasta ahora todo lo que estamos viviendo es lo justo y si los jóvenes de hoy en día tenéis otras ideas me parece perfecto pero España está bien tal y como está. - Pero má, ¿Cómo puedes decir eso? ¿De verdad piensas que el único propósito de la mujer e